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Desde 2020, un grupo de mujeres del pueblo de San Dionisio del Mar en Oaxaca, autodenominado Muntaj Ikojts (Mun-Ik, por su sigla), está persiguiendo el objetivo de constituirse como cooperativa. La finalidad es juntar fuerzas, conocimientos y energías para generar una plataforma desde la cual poder producir y comercializar productos de calidad y alto valor simbólico y material al ser producidos con técnicas y recursos locales.
A través de un proceso participativo facilitado por Mexiquemos AC y JustPeoples, las integrantes de Muntaj Ikojts analizaron su entorno, sus recursos y sus habilidades y vocaciones, identificando tres líneas productivas que consisten en la elaboración de: productos de maíz (principalmente totopo); conservas, mermeladas y curados de frutas; textiles. Mientras algunos productos son más típicos que otros –el totopo, en este sentido, sobresale—todos encapsulan ya sea materia prima o técnicas propias. Por ejemplo, las conservas y los curados son elaboradas en su mayoría con frutas locales como por ejemplo mango, ciruela y nanche. Por otra parte, los textiles incorporan las técnicas de bordado y corte predominantes en la región del Istmo de Tehuantepec.
Conformar una cooperativa no es un reto menor sobre todo cuando las personas están acostumbradas a ganarse la vida de manera individual o familiar y cuando las condiciones socioeconómicas son apremiantes, por lo que reunirse, capacitarse, y trabajar en grupo representan un costo temporal y económico importante. Es consabido, además, que las mujeres cargan con dobles o triples jornadas laborales, entre sus trabajos remunerados (formales o informales) y sus actividades domésticas y de cuidado. Aún así, Muntaj Ikojts es una realidad que sigue fortaleciéndose.
Mexiquemos AC está acompañando este grupo de mujeres, acercándoles convocatorias y oportunidades de otras organizaciones, como en el caso del Programa De Mi Región liderado por Fundación Comunitaria Oaxaca, o del Programa de Asistencia de Fundación Moisés Itzkowich. Gracias a las donaciones de personas solidarias en México y el extranjero, y a los fondos e intervenciones de estas fundaciones, Muntaj Ikojts está recibiendo capacitaciones en diversos temas, como: principios del cooperativismo y de la economía social, gestión de conflicto, buenas prácticas manufactureras.
Además, ya hemos podido brindar al grupo insumos básicos como estímulo para la elaboración de sus productos, o sea un capital semilla en especie. Muntaj Ikojts ya cuenta con un espacio de reunión en su comunidad, mismo que estamos ayudando a equipar. La intención es que allí el grupo pueda desempeñar sus actividades principales y seguir creciendo.
En este momento, nos encontramos trabajando en alianza con la Fundación Moisés Itzkowich en un esquema de cofinanciamiento. Nuestro objetivo es que, para junio 2023, Muntaj Ikojts esté laborando a buen ritmo y vendiendo a un precio digno y justo sus productos, y haya mejorado sus habilidades y alcanzado la autonomía organizativa y financiera. Tenemos la convicción que el cooperativismo pueda ofrecer a las mujeres un espacio en donde crecer, aprender y contribuir a una economía de pequeña escala, social y solidaria que, además, reduzca las desigualdades de género dentro y fuera de su comunidad.
Capacitación en principios de economía social
A raíz de la veloz y a veces atropellada reconstrucción tras los terremotos de 2017, notamos un factor común entre distintos pueblos del Istmo de Tehuantepec: los programas se habían enfocado en reconstruir las casas, pero habían ignorado las cocinas. A diferencia de como ocurre en zonas urbanas, en estos pueblos las cocinas ocupan una estructura separada de la casa principal para evitar la exposición al humo en los dormitorios. Son lo que en otras regiones del país se conoce como la "cocina de humo".
Desde que emprendimos la reconstrucción de hornos tradicionales notamos la importancia de reconstruir estas cocinas, pero no fue sino a principios de 2019, tras entregar los resultados de nuestros proyectos de hornos, que Fondo Semillas invitó de nuevo al Comité de Mujeres de San Dionisio del Mar a participar en una extensión de su programa Mujeres Reconstruyendo sus Comunidades. En colaboración con las compas de San Dionisio, se planteó la reconstrucción de cuatro cocinas, una cantidad pequeña que sin embargo nos permitiría incursionar en la gestión de proyectos más grandes.
Como asesoría técnica se contó con la participación de Israel Espin, un arquitecto de la UNAM familiarizado con proyectos sociales. Como contraparte local, en San Dionisio del Mar participaron tres maestros constructores de la región, expertos en arquitectura ikojts y en materiales de la región. Entre todos se acordó un diseño de cocina que adaptara las cocinas tradicionales ikjojts con elementos contemporáneos que le dieran mayor resistencia y estabilidad. El más importante de estos fue una cadenilla de concreto armado incluida en la cimentación, que le permitiría tener mayor resistencia ante los sismos, siendo ésta una región altamente sísmica.
Se acordó que las cocinas usarían exclusivamente mano de obra local (maestros, peones, transportistas) y la mayor cantidad posible de materiales regionales, incluyendo horcones, morillos, tiras de vara, bejuco, palma y lodo. Las técnicas utilizadas incluyeron recorte de horcones, amarre de morillos, tejido de palma y levantamiento de muros de bajareque.
La construcción fue lenta debido a las limitantes que implicó el distanciamiento social ante la pandemia. De tal manera que se tuvo que trabajar con muy poca gente (prácticamente un puñado de constructores, las coordinadoras locales y la familia beneficiaria) y sorteando fechas de cultivo y vicisitudes específicas de las distintas personas involucradas.
Pese a los retos y gracias a un uso eficiente de los recursos, se logró construir cinco cocinas y complementar una sexta que carecía de muros. Además, el arquitecto Espin ayudó a documentar estas cocinas mediante planos arquitectónicos profesionales y una maqueta física que será entregada para su exposición permanente en San Dionisio del Mar. La intención es no sólo reconstruir cocinas específicas, sino construir consciencia del patrimonio arquitectónico local y de sus beneficios específicos, que incluyen menor costo de construcción, uso de recursos locales, mejor ventilación y frescura, mejor apropiación cultural y armonía paisajística.
Cocina reconstruida en San Dionisio del Mar
Ante el profundo y extendido impacto de la pandemia, los colegas de Fundación Comunitaria Oaxaca nos invitaron a participar en el proyecto Comunidades Solidarias, enfocado a apoyar las economías de pueblos y regiones específicas en el estado. El plan era adquirir productos locales y armar canastas para repartir entre familias, tal como lo efectuaron las compañeras de Una Mano para Oaxaca.
Sin embargo, en San Dionisio del Mar consideramos difícil armar canastas por distintas razones, además de que esta opción era poco flexible para las necesidades particulares de cada familia. Por lo tanto, llegamos a la conclusión de hacer vales intercambiables por productos exclusivamente regionales.
Desde Mexiquemos diseñamos vales de distintas denominaciones, a los que llamamos "Pesos Mareños" en alusión a los mareños, como son conocidos también los pueblos huaves o ikojts en sur del Istmo de Tehuantepec. Imprimimos estos vales en el mejor papel y con la mejor tinta que pudimos, con sellos y firmas de Mexiquemos para evitar falsificaciones, y finalmente repartimos paquetes de $750 pesos mareños (en proporción 1=1 con los pesos mexicanos) a 40 jefas de familia en San Dionisio del Mar.
Para asegurar que los vales fueran usados correctamente, se hizo un convenio con 15 personas de San Dionisio que venden comida preparada, tortillas y totopos, granos básicos como maíz y frijol, y productos de abarrotería. Los vales solamente fueron aceptados en estos comercios locales y se llevó una relación detallada de los productos por los que eran intercambiados.
A todas las partes se les informó con suficiente antelación y a través de los recibos de conformidad que firmaron, que los únicos productos aceptados con los vales eran locales y de primera necesidad. Se prohibió explícita y enfáticamente que los vales fueran usados para adquirir refrescos, bebidas alcohólicas, cigarros y comida chatarra en general.
Para dar certidumbre a los comerciantes, se estableció un punto de contacto dentro del pueblo donde solo los comerciantes autorizados podían canjear los vales por dinero en efectivo, previa entrega y revisión de la relación de productos que había expedido a cambio. La totalidad de los vales tardó casi dos meses en ser totalmente canjeada a efectivo, lo cual implica que los pesos mareños circularon entre junio y agosto en San Dionisio del Mar.
Según los recibos y la relación final, casi el 50% de los vales fue usado para comprar maíz y frijol, lo cual refleja una priorización de estos granos básicos (como un aprovisionamiento de seguridad ante la incertidumbre) y de la alimentación tradicional por parte de las familias beneficiarias. La otra mitad de los recursos fue gastado en alimentos preparados, principalmente productos procesados de maíz: tortillas, totopos, memelas y masa. Una mínima parte se usó en tiendas de abarrotes para adquirir verduras como jitomate o chiles, además de insumos básicos como agua embotellada, pescado, camarón, aceite y/o azúcar.
La gestión del proyecto por parte de coordinadoras locales en San Dionisio del Mar fue impecable. No se registraron problemas de los previstos, como confusiones, fraudes o controversias. La única queja generalizada entre los participantes fue que el proyecto no durara más y no abarcara a más personas. Por lo tanto, el proyecto sienta un importante precedente y deja abierta las puertas para reanudarlo en el futuro.
Vales canjeables únicamente por productos locales
El proyecto de Pesos Mareños fue enteramente gestionado por mujeres de San Dionisio del Mar.
Conforme avanzamos con la reconstrucción de hornos tradicionales, nos sensibilizamos también con sus consecuencias indeseadas: un alto uso de leña como combustible, costos cada vez mayores para cortarla y traerla, riesgo de inhalación de humo entre mujeres y niños, e impacto por deforestación en los montes aledaños.
Propusimos entonces a un grupo de beneficiarias de hornos tradicionales en la comunidad de San Dionisio del Mar la posibilidad de trabajar con hornos solares. Para ello, buscamos el apoyo de La Sazón del Sol, un grupo de especialistas en estufas solares de Oaxaca.
Con este apoyo, se impartió en San Dionisio un taller de demostración de hornos solares, en el que con apoyo de las mujeres interesadas se cocinó tapado de pescado, un platillo tradicional de esta comunidad de pescadores. De esta manera, las participantes experimentaron la viabilidad de esta tecnología, conocieron sus principios y resolvieron dudas e inquietudes.
Entre las mujeres destacaron como ventajas de las estufas solares el hecho de que no necesitan más combustible que el sol, lo cual podría implicar un ahorro de hasta $600 al mes por familia, además de que se evita la sobreexposición de las mujeres al humo de la leña en sus cocinas. También se reiteró que los hornos solares no podrían sustituir a los tradicionales, por ejemplo, en el horneado de totopo o en la preparación de comidas en horarios donde no hay sol.
Bajo la experiencia de este taller, se propuso y aprobó en reuniones subsecuentes de este grupo de mujeres la iniciativa de implementar un proyecto piloto de hornos solares. Para ello se acordó buscar financiamiento de la organización Fondo Semillas, que respondió a la solicitud de las mujeres de San Dionisio y concedió los fondos necesarios para iniciar.
Se desarrolló un prototipo de horno solar adaptado a las condiciones de San Dionisio del Mar, atendiendo principalmente el problema del fuerte viento en esta región. El horno fue probado y ajustado durante fines de 2018 y en enero de 2019 fue presentado a las futuras beneficiarias en una prueba realizada en San Dionisio.
Con la colaboración de las beneficiarias y organizaciones aliadas (incluida Fundación Comunitaria Oaxaca A.C.), durante 2019 logramos entregar 30 de estos hornos solares a mujeres de San Dionisio del Mar. Para optimizar su uso, se realizaron talleres de capacitación en distintas técnicas, incluyendo cocina tradicional, horneado de pan y galletas, elaboración de conservas y deshidratación de frutas y verduras.
Durante 2020 continuaremos con talleres de capacitación para facilitar que las beneficiarias se apropien de esta nueva tecnología y le saquen todo el provecho posible.
Horneo de pescado adobado en horno solar
Durante la reconstrucción de hornos tradicionales conocimos mejor algunas de sus desventajas, como su gran consumo de leña o carbón.
En nuestros primeros meses de trabajo en el istmo disfrutamos la satisfacción de ayudar, pero también notamos las limitaciones de iniciativas como la nuestra. Descubrimos que, aunque la ayuda humanitaria llegaba en abundancia, se presentaban problemas con su distribución, el tipo de materiales recibidos, la falta de compatibilidad con las necesidades locales y la consecuente exacerbación de dependencia, desigualdad, desplazamiento de la cultura local y del conocimiento tradicional ante cambios tan rápidos y profundos.
Como ejemplo de esto, notamos la necesidad de reconstruir los hornos tradicionales, que en su mayoría habían colapsado. Estos hornos, compuestos de una olla hueca emparedada con tierra u otros materiales, son fundamentales para la vida cotidiana en comunidades de los pueblos zapoteco (binizaa) y huave (ikoojts).
Conocidos como comixcales (o comiscales) en náhuatl, xukiis en zapoteco y puow en huave, estos hornos tradicionales de barro son el corazón del hogar en esta región. Su uso sostiene la alimentación, la cohesión familiar, las culturas originarias y el ingreso económico de incontables mujeres que dependen de la venta de totopo y otros productos del horno en mercados locales para sostener a sus familias.
Las donaciones de comida enlatada, estufas de gas y la falta de apoyo para reconstrucción de los hornos estaban menoscabando la tradición de estos hornos, y con ello la alimentación y el bienestar general de familias acostumbradas a comer el pescado, frijol y el totopo que las mujeres cocinaban ahí. Por esto, decidimos reenfocar nuestro trabajo a apoyar la reconstrucción de esta tradición.
Inicialmente, el objetivo que nos planteamos fue la reconstrucción de 50 hornos tradicionales. No obstante, con la amable donación de individuos –-la mayoría de ellos en países como Italia, Alemania o Dinamarca-- y organizaciones como El árbol de la esperanza, Grupo Pujol, Fondo Semillas y Just Peoples, hemos entregado ollas y recursos en efectivo para la reconstrucción de más de 160 hornos tradicionales en San Dionisio y otras comunidades del istmo.
Las ollas de los hornos han sido elaboradas por una familia de alfareros zapotecos de Juchitán, que también perdió su casa durante los terremotos. Con ello, además de conseguir hornos de gran calidad y altamente apreciados por las mujeres beneficiarias, hemos logrado el objetivo paralelo de detonar una economía circular para que la mayor cantidad de los beneficios permanezca en estas comunidades.
Horneo de totopo tradicional en comixcal
Los hornos de totopo son el corazón de las cocinas en el istmo de Tehuantepec.